En el proceso, el combinado sudamericano batió varios récords, al encajar tan solo ocho goles en seis partidos (con una media de 1.33 por encuentro), la cifra más baja de todas las selecciones que han ganado el torneo. En esta entrevista, el seleccionador Marco Octávio se sincera sobre el exhaustivo trabajo que llevó a su equipo a revalidar el título de campeón de la Copa Mundial de Beach Soccer de la FIFA™.
Lea nuestra entrevista con Marco Octávio
Ha tenido tiempo para reflexionar sobre su victoria en la Copa Mundial, la segunda en dos años. ¿Qué ha sido distinto esta vez?
Es una pregunta muy interesante, porque en 2024 teníamos algo más de presión, ya que Brasil llevaba mucho tiempo sin ganar el Mundial. La afición y todos los brasileños esperaban vernos en lo más alto. Fuimos capaces de crear un gran ambiente en el equipo y viajamos a Dubái en 2024 plenamente conscientes de nuestra responsabilidad. Sin embargo, esta vez [en 2025] también fue difícil, porque cambiamos a cuatro jugadores que venían de ganar con nosotros el año anterior. No fue una decisión fácil, pero optamos por realizar este cambio para generar la ambición de conquistar de nuevo el título. Era un aspecto que teníamos que controlar. En 2024, las expectativas eran mayores, porque veníamos de perder en los cuartos de final en 2019 y en 2021. Sin embargo, cuando vencimos a Japón en Dubái, nos quitamos un gran peso de encima. Eso nos permitió encarar las semifinales y la final con menos presión.
El ambiente, la ubicación, la meteorología… Las sensaciones fueron muy buenas desde un principio.
¿Cómo de difícil fue la decisión de cambiar a esos cuatro jugadores?
Tras la Copa Mundial de Dubái en 2024, me dediqué a ver y a estudiar de nuevo todos nuestros partidos, no solo del Mundial, sino también de la Copa América. Fue difícil elegir a los doce mejores, pero tenía muy claro que quería a los jugadores que estuvieran en mejores condiciones de representarnos en ese momento. El fútbol es cuestión de momentos. No se trataba simplemente de ganar la Copa Mundial; la personalidad de los jugadores también era importante. Elegí a personas especiales que piensan en el equipo y juegan con disciplina, de acuerdo con la estrategia y la táctica para cada partido. Y salió bien.
¿Cómo fue la experiencia de disputar la Copa Mundial de Beach Soccer en Seychelles?
En cuanto llegamos al aeropuerto, la gente empezó a cantar [canta la canción]. A todos los miembros de la delegación nos pareció muy emotivo. Nos sentimos muy bien acogidos desde el primer momento. El ambiente, la ubicación, la meteorología… Las sensaciones fueron muy buenas desde un principio.
¿Cuál fue el momento más difícil de la competición?
El torneo fue muy competido, con 16 de las mejores selecciones del mundo. Además, nos había tocado un grupo muy difícil. Nuestro primer partido fue contra Italia, la selección contra la que habíamos jugado la final del anterior Mundial y un equipo fantástico. Era nuestro debut, por lo que éramos conscientes de que no podíamos fallar. Fue como jugar un partido de eliminación directa a las primeras de cambio. El grado de concentración y la presión para los jugadores fueron muy altos desde el principio, pero creo que eso nos vino muy bien.
¿La última Copa Mundial fue la más competida? Como seleccionador, ¿tuvo la sensación de que hubiera una mayor presión sobre los técnicos para que supieran adaptar sus planteamientos durante los partidos más que de un encuentro a otro?
Fue una Copa Mundial muy competida. El juego ha evolucionado mucho, y cada vez es más difícil ganar. Sin embargo, dedicamos mucho tiempo a estudiar la estrategia y las cualidades de todos los equipos. Elegimos el planteamiento de cada partido en función del rival. Por ejemplo, no podíamos jugar igual contra Italia que contra Bielorrusia. Teníamos todo perfectamente estudiado y planificado antes de que comenzara el torneo. Sabíamos que tendríamos que adaptarnos y cambiar el planteamiento de los partidos en función del contrincante.
Después de trabajar siete años en Irán y otros dos en Bielorrusia, y de llevar ya tres en Brasil, he descubierto que los equipos y los jugadores tienen unas características que los hacen a la vez especiales y diferentes. Sin embargo, algo que venimos observando últimamente en el fútbol playa es que ya no existen especialistas. Ahora los jugadores son más completos y pueden participar en cualquier fase del juego. Los defensores pueden atacar y los atacantes, defender. Los jugadores van bien tanto por arriba como por abajo. Es el futuro del fútbol playa, y lo vimos incluso en nuestros guardametas [Tiago Bobô y Teleco]. Medimos la distancia que recorrían y descubrimos que los dos cubrían más de cinco kilómetros en cada partido, casi la misma distancia que los jugadores de campo.
Los guardametas ya no se limitan a defender la portería, sino que son un elemento fundamental de la elaboración del juego: deben organizar, crear, elaborar y rematar. El fútbol playa ha evolucionado. Ahora hay jugadores capaces de hacerlo todo muy bien, por lo que es preciso dedicar mucho esfuerzo a la preparación, aunque también hay oportunidades de idear nuevas estrategias.
Los guardametas han pasado a desempeñar una función muy importante en el fútbol playa, y tener en un equipo dos buenos porteros con diferentes características supone una gran ventaja. ¿Puede explicar cómo usó a sus guardametas durante el torneo y en qué se basó para hacerlo?
En la actualidad, todos los entrenadores conocen la importancia de los guardametas y saben que cada uno de ellos tiene sus propias características. No solo deben evitar goles, sino también tener la capacidad de elaborar la jugada y analizar hacia qué lado jugar en función de una posible debilidad del rival. En Brasil contamos con cuatro o cinco porteros de una categoría excelente y con características distintas. Tenemos a Bobô, muy sólido en la elaboración y en defensa, y a Teleco, que aporta mucha velocidad a la distribución. Luego están Giovane, que es fantástico en todas las facetas, y Padilha. Y también Mão. Tenemos muchos guardametas, por lo que podemos analizar cuál nos ofrece la posibilidad de aplicar mejor nuestra estrategia. Me siento muy afortunado de tener tantas opciones entre las que elegir. Creo que Bobô y Teleco firmaron una gran actuación en el Mundial. Tuvimos que ser inteligentes a la hora de usarlos en momentos importantes de los partidos, y ayudaron mucho al equipo.
A este nivel, ganar seis partidos no es fácil, por lo que necesitábamos a 23 personas en la delegación con el mismo espíritu, ambición y compañerismo.
Tanto usted como su equipo han demostrado ser capaces de adaptar su estrategia de un torneo a otro. ¿Qué es lo que buscaba?
Durante el año, vimos muchísimos partidos, porque queríamos mejorar tácticamente. Como entrenador, debes entender las características de los jugadores que tienes y diseñar la táctica en función de ello. No puedes limitarte a decir «Voy a jugar con un 1-3-1, o un 1-2-2, o un 1-2-1-1». Durante los partidos, hay que aprovechar las características y la inteligencia de los jugadores que tienes a tu disposición. Gracias a nuestra experiencia, sabemos qué sistema ofrece mejores resultados en momentos puntuales. Además, somos capaces de realizar ajustes rápidos durante los partidos. Sin embargo, siempre hay que tener en cuenta las características de los jugadores para elegir a los más aptos en función del momento.
La última fue una Copa Mundial muy competida. ¿Qué elementos considera que dieron a su equipo ese extra para ganar el torneo?
En primer lugar, teníamos un grupo muy especial de personas. Tuve que elegir a doce jugadores para practicar el «Joga bonito» («Juega bonito»), que es el ADN de Brasil, pero hay otros aspectos importantes. Tuvimos que elegir a personas con un gran corazón y con sed de victoria, que fomentaran el compañerismo y la unidad y sintieran gran pasión por su país y su selección. Estamos muy agradecidos a Dios por la inspiración que recibimos. A este nivel, ganar seis partidos no es fácil, por lo que necesitábamos a 23 personas en la delegación con el mismo espíritu, ambición y compañerismo.
La final contra Bielorrusia fue un partido muy reñido. Con 3-3 en el marcador, ¿tenía en mente algún plan para los compases finales del partido?
Sí, por supuesto. Teníamos algunas ideas de lo que podíamos necesitar en momentos como ese. Recuerdo que en las semifinales de la anterior Copa Mundial [2024] íbamos perdiendo 2-0 contra la RI de Irán, que era un equipo muy potente. En ese momento tuve la inspiración de recurrir a Brendo y Alisson, que no habían participado mucho hasta entonces. Los dos jugadores fueron muy importantes y marcaron los goles que necesitábamos. Este año, en la final, cuando Bielorrusia empató a tres, me puse a pensar qué piezas de mi equipo eran las más apropiadas para ese momento. [Sonríe]. Cuáles de las doce piezas de mi equipo me iban a ayudar a dar con la tecla. Así que reservé a Rodrigo, porque venía de hacer muy buen torneo. Decidí reservarlo para que pudiera rendir el máximo los últimos tres minutos. Tuve la inspiración de ponerlo con Brendo, aunque no habían jugado mucho juntos durante el Mundial. En el último minuto, Brendo interceptó un balón y Rodrigo sacó la energía necesaria para correr. Entre los dos generaron la jugada con la que ganamos el partido.
En el grupo también había jugadores muy experimentados que supieron manejar el ambiente para que no nos desconcentráramos ni nos desviáramos de nuestro objetivo de conseguir el título.
Rodrigo hizo un torneo sensacional. ¿Puede explicarme la importancia de tener un jugador así dentro del grupo?
Es un jugador especial que ha llegado a ser elegido el mejor del mundo. Pero no solo eso, es también una persona muy especial. Es muy humilde y no busca ningún privilegio ni alimentar su ego. Es mi capitán y un jugador muy importante, porque en los momentos difíciles demuestra una gran mentalidad y autocontrol. ¡Prácticamente soy yo el que aprende de él! Tiene una manera de ser muy calmada y equilibrada, y, como entrenador, me siento muy afortunado de trabajar con un jugador así. Todos sus compañeros lo respetan, pero en el grupo también había jugadores muy experimentados que supieron manejar el ambiente para que no nos desconcentráramos ni nos desviáramos de nuestro objetivo de conseguir el título.
¿Qué jugador no brasileño le sorprendió más durante el torneo?
En la pasada Copa Mundial hubo muchos jugadores extraordinarios. Ihar Bryshtel [de Bielorrusia] hizo un torneo fantástico. Tuve la oportunidad de trabajar con él cuando lo entrené. Bê Martins [de Portugal] también hizo un gran torneo, al igual que el japonés Takaaki Oba (7), que es un jugador fantástico. Mandione Diagne (8) y Mamour Diagne (10), de Senegal, también estuvieron sensacionales, por lo que cuesta elegir solo a uno. El guardameta bielorruso Mikhail Avgustov (12) y los iraníes Mohammadali Mokhtari (9) y Ali Mirshekari (7) también firmaron una gran actuación. Hubo muchos jugadores destacados que hicieron que el torneo resultara muy entretenido.
La pasada Copa Mundial fue eminentemente ofensiva, como queda de manifiesto por el aumento en el cómputo global de goles y en los tantos por partido, así como por su variedad y la enorme creatividad que los precedieron. Se marcaron 192 goles con el balón en movimiento, lo que supone un aumento de 66 tantos con respecto a la Copa Mundial de Beach Soccer de la FIFA 2024™. ¿Dio la sensación de ser una Copa Mundial más ofensiva?
Sí, sin duda. Tengo que felicitar a todos los entrenadores de todos los países porque trabajan con dedicación para mejorar la calidad de todos los jugadores. Cada año, apreciamos lo mucho que progresan. Su técnica, golpeo de balón o capacidad para ejecutar remates de chilena, así como la organización de los equipos, son fruto de esta labor conjunta de desarrollo. Incluso con Rodrigo, que ha sido elegido el mejor jugador, seguimos trabajando para ayudarlo a mejorar.
¿Cuál es su fuente de inspiración para diseñar las estrategias de juego?
Es muy importante no dejar de ver partidos para saber qué se puede hacer. El juego evoluciona, y hay que observar las características de cada equipo. Por ejemplo, ahora mismo tenemos que encontrar el modo de neutralizar la superioridad numérica que se genera con los guardametas. Es un aspecto que están estudiando todos los equipos y en el que hay que tener muy presentes las características de la demarcación.
Llevo en el fútbol playa desde 1996, por lo que he vivido en primera persona su evolución. Este deporte vivía en una especie de romanticismo hasta que se involucró la FIFA. Fue un momento muy importante que supuso todo un resurgimiento de la comunidad del fútbol playa. Aumentó el profesionalismo y, a su vez, las confederaciones pudieron centrarse en el deporte y brindarle más apoyo, lo cual generó una verdadera evolución de la disciplina. En algunos países se han creado clubes y ligas muy potentes que sirven de inspiración a otros. Ahora, el juego es más rápido y los jugadores, más técnicos. Los países con ligas profesionales avanzan a un ritmo mucho mayor. Aquí en Brasil, hay 700 personas que desean jugar al fútbol playa, por lo que debemos crear la infraestructura necesaria para su desarrollo.
Como entrenador con 29 años de experiencia y 215 títulos en este deporte, ¿qué le motiva para seguir desarrollando el fútbol playa?
Sigo teniendo ambición y sintiendo una gran pasión por el fútbol playa. Creo que esa pasión es necesaria. Pensamos constantemente en cómo mejorar nuestro deporte, y ahora la calidad de los análisis nos resulta de gran ayuda en ese sentido. Vivimos una época apasionante para la evolución del fútbol playa, por lo que también sería muy interesante brindar a los entrenadores oportunidades de reunirse a hablar sobre él.