El dominio del uno contra uno es un aspecto determinante en el desarrollo de una extremo. En la Copa Mundial Femenina Sub-17 de la FIFA Marruecos 2025™, el Grupo de Estudio Técnico (GET) está observando actuaciones individuales de gran nivel en esta faceta del juego. Asako Takakura, experta del GET y exseleccionadora de Japón, analiza en este artículo los distintos recursos técnicos, tácticos y mentales que las extremos deben aplicar en los uno contra uno en las bandas, con ejemplos del torneo como referencia.
La importancia táctica de las situaciones de uno contra uno en las bandas
Para comprender por qué estas acciones ofensivas tienen tanta relevancia, primero hay que analizar el comportamiento defensivo de los equipos, explica Takakura. «En el fútbol actual, las estructuras defensivas han evolucionado enormemente, y cada vez resulta más difícil desorganizar el bloque rival cuando no tiene la posesión.
En este contexto, se puede afirmar que, en los últimos años, el potencial ofensivo de un equipo depende en gran medida de las jugadoras capaces de explotar con eficacia los espacios por las bandas», añade la exseleccionadora japonesa.
Muchos modelos de juego priorizan el control de las zonas centrales del campo y buscan esa superioridad mediante una mayor densidad de jugadoras por dentro. Como consecuencia, las zonas interiores se saturan y las bandas quedan más despejadas. Las extremos que saben aprovechar esos espacios se vuelven decisivas para llevar el juego hacia zonas de mayor peligro.
1.ª fase: creación del uno contra uno
Una extremo puede encarrilar la acción incluso antes de que comience. Takakura, que condujo a Japón al título en la Copa Mundial Femenina Sub-17 de la FIFA™ en 2014, explica que la inteligencia táctica, tanto del modelo de juego del propio equipo como de la posición óptima para recibir el balón, es fundamental.
«Ante todo, como extremo, es vital comprender las características y el estilo de tu equipo —subraya Takakura—. A partir de ahí, cuando está sin balón, debe anticiparse y situarse en la zona más eficaz para recibir, ya sea atacando la espalda de la defensa o pidiendo el balón al pie».
En el primer gol de Países Bajos en el torneo, la carrera de la autora del tanto, Liv Pennock (7), constituye un excelente ejemplo de cómo una extremo puede planificar su movimiento para generar un uno contra uno en condiciones favorables.
La jugada se inicia por el lado opuesto del campo y, a medida que progresa, Pennock ajusta constantemente su posición para obtener ventaja. Cuando su equipo recupera la posesión en la zona central, modifica la trayectoria y se abre hacia la banda derecha, donde logra aislar a la lateral camerunesa.
2.ª fase: la dimensión mental del uno contra uno
La confianza es un factor clave a la hora de afrontar el uno contra uno ofensivo. Sin ella, las jugadoras tienden a evitar el enfrentamiento directo o a encararlo sin convicción.
Para Takakura, la posición previa a la recepción sienta las bases de esa confianza. «Cuando la jugadora recibe el balón en una zona que le resulta cómoda, puede asumir la iniciativa con seguridad. Establecer posiciones, ángulos y tiempos de acción, y reforzarlos en el entrenamiento, puede influir de forma muy positiva en el rendimiento del equipo».
Takakura señala que, incluso en las situaciones de uno contra uno, la extremo debe asegurarse de mantener opciones de combinación. «Si una jugadora afronta el uno contra uno manteniendo la posibilidad de asociarse con sus compañeras, se convierte en una rival mucho más difícil de defender».
Permanecer cerca de las líneas de apoyo abre nuevas opciones de finalización. Reconocer cuándo conviene encarar y cuándo asociarse es otra faceta del proceso de toma de decisiones que la extremo debe desarrollar.
3.ª fase: aprovechamiento del uno contra uno
En zonas de peligro, superar a la oponente en el uno contra uno permite a la jugadora de banda generar un tiro a puerta o enviar un centro con opción de remate. Takakura subraya la importancia de entender el centro o el disparo como la acción final de la jugada. «No basta con crear ocasiones a partir de rupturas por las bandas; las acciones que desembocan directamente en un remate suponen un problema aún mayor para la defensa rival.
Cuando una jugadora se enfrenta a una oponente en el uno contra uno, resulta esencial anticipar la acción posterior (ya sea el disparo o el centro), interpretar la situación con unos segundos de antelación y mantener un pulso mental con la defensora».
«Para las extremos, es fundamental desarrollar un estilo propio y estar preparadas para aplicarlo, leer la jugada un instante antes, mantener opciones de pase y actuar con confianza, sin miedo a fallar», concluye Takakura.
Resumen
- La posición de la extremo y su lectura del modelo de juego del equipo antes de recibir el balón influyen directamente en el éxito del uno contra uno posterior.
- El trabajo específico del uno contra uno en estas condiciones refuerza la confianza y desarrolla la serenidad en la ejecución necesaria para influir en el juego colectivo.
- Competir sin miedo al error y con la intención de culminar la jugada mediante un remate o un centro son dos aspectos psicológicos esenciales que la jugadora debe dominar, tanto durante el uno contra uno como una vez superada la oponente.