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#La individualidad al servicio del colectivo

3.ª parte: Verticalidad progresiva

Tony Colbert, 15-3-2023

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En este tercer artículo de nuestra serie, vamos a analizar una jugada de ataque dinámica y directa que representa un ejemplo perfecto de verticalidad progresiva.

Esta secuencia nos ofrece una demostración perfecta de individualidades puestas al servicio del colectivo, ya que, para que la verticalidad progresiva tenga una influencia significativa en el juego de ataque de un equipo, debe reunir una serie de ingredientes. De hecho, las tácticas y los planes de partido pierden importancia si los futbolistas carecen de fundamentos de técnica individual y conocimiento del juego, que son los ingredientes clave de nuestra receta para alcanzar el éxito. 

Por encima de todo, los jugadores, y más concretamente los defensas y centrocampistas, deben ser oportunistas y no conformarse con jugar a ciegas, sin criterio y dando prioridad absoluta a la seguridad con pases horizontales. Es preciso que los futbolistas tengan un buen conocimiento del juego, que levanten la cabeza para analizar las posiciones en el campo y detectar oportunidades, y que busquen constantemente girarse y jugar hacia delante con velocidad. Hablamos de jugadores que poseen la visión y la creatividad necesarias para mirar más allá de la primera línea y buscar la opción de pase más larga y profunda, y que son capaces de intuir e incluso visualizar el desmarque entre líneas o al hueco de un compañero.

Además, los jugadores deben poseer la calidad técnica, la determinación y la confianza necesarias para dar un pase vertical con ambas piernas. Este equilibrio hará que el jugador tenga los recursos técnicos que precisa y que esté preparado para aprovechar inmediatamente las oportunidades que se le presenten desde cualquier posición del terreno de juego. La verticalidad progresiva también requiere que haya corredores; es decir, centrocampistas y delanteros dispuestos a correr sin balón y futbolistas que emprendan busquen la internada tanto desde posiciones defensivas como desde zonas más adelantadas. Estos jugadores deben buscar continuamente los espacios entre líneas y ser capaces de medir los tiempos de sus movimientos a la perfección. La combinación de estos elementos permite lograr el máximo rendimiento y se basa en dos aspectos fundamentales: la cohesión de movimientos y la compenetración entre unidades de jugadores.

El vídeo que ilustra este artículo incluye todos los elementos mencionados y presenta ejemplos de técnica y conocimiento del juego individual, así como de cohesión colectiva entre futbolistas que juegan a gran velocidad, pero con una precisión y una eficacia admirables. Todos estos elementos se combinan para ofrecernos buenos ejemplos de lo siguiente:

Oportunismo ofensivo: lo demuestran los futbolistas individualmente; existe una cohesión colectiva entre jugadores.

Lectura del juego: los futbolistas muestran sus conocimientos técnicos y tácticos individualmente; existe una cohesión colectiva entre jugadores.

Coordinación técnica: los futbolistas muestran habilidad técnica y calidad de ejecución individualmente; existe una cohesión colectiva entre jugadores.

Vídeo completo

Nuestro vídeo pertenece al partido Francia-Mali de la Copa Mundial Sub-20 de la FIFA Polonia 2019 y muestra una jugada colectiva de libro en la que intervienen cuatro jugadores que dan diez toques en menos de nueve segundos. Examinaremos las contribuciones individuales de los números 7, 9 y 11 de Francia para ver cómo influye cada una de ellas en el rendimiento colectivo. A continuación, volveremos a ver el vídeo para analizar todos los elementos individuales a medida que ocurren.

Análisis

El siguiente futbolista que interviene en nuestra secuencia es el volante/extremo izquierdo, que lleva el número 11 y es, en buena medida, el eje de este ataque explosivo en el que despliega toda su calidad individual. 

Pese a que, de momento, su participación se ha limitado a un toque de balón y una rápida mirada panorámica, el extremo de Francia ya ha demostrado varias cualidades clave. Pero ¿cómo consigue tener tanta influencia en la jugada haciendo tan poco? ¿Qué cualidades clave ha demostrado en una intervención tan fugaz?

El primer toque:

Percepción espacial y táctica

  • El jugador evita quedarse encerrado al moverse hacia dentro y alejarse de la línea de banda para colocarse en una posición más favorable.
  • Se las arregla para dejar cuatro o cinco metros entre su posición y el defensa.
  • Gana el tiempo necesario para evaluar la situación y ver si puede jugar hacia delante.
  • Busca opciones en vez de limitarse a retrasar el balón.

Aplomo técnico-táctico e inteligencia futbolística

  • El futbolista hace gala de serenidad y se muestra como un jugador inteligente que no se limita a jugar sin criterio propio o simplemente asegurar la jugada, sino que está dispuesto a tomar decisiones técnicas bien fundamentadas.

La mirada panorámica:

Oportunismo ofensivo

  • El jugador demuestra que quiere aprovechar las oportunidades de atacar y que tiene la determinación para intentar orientar el sentido del juego.

Percepción posicional

  • Esa rápida mirada le permite tener una clara visión de la jugada. El futbolista tiene la percepción espacial necesaria para detectar que un defensa rival ha subido demasiado y está fuera de posición, y que un compañero está en el centro del campo preparado para sacar provecho de la situación.

Cohesión técnica y táctica

  • Ver al jugador echar ese vistazo es una señal para sus compañeros, que emprenden el desmarque al espacio a toda velocidad.

En resumen, la percepción espacial, la inteligencia futbolística y el aplomo técnico son los atributos que permiten al jugador crear la oportunidad de ataque. Por otra parte, la excelente técnica empleada para dar el pase vertical es la cualidad clave necesaria para sacar el máximo partido de la jugada. Sin embargo, una característica destacada desde el punto de vista técnico es el hecho de que estamos hablando de un pase enviado con la pierna derecha. En principio, todos asumimos que la izquierda es la pierna hábil de un futbolista que juega como extremo izquierdo, pero el hecho de que un zurdo se gire hacia su derecha y tenga el aplomo y la confianza necesarios para dar un pase exquisito con su pierna derecha indica claramente que se trata de un jugador técnicamente equilibrado.

La calidad del golpeo con su pierna derecha le ofrece la oportunidad de beneficiarse de la posición en la que se encuentra y parece que le da la confianza necesaria para intentar sacar ventaja de una posición aparentemente desfavorable. Esta jugada es un buen ejemplo de la importancia que tiene ser capaces de enviar pases verticales en profundidad con ambas piernas. De hecho, un futbolista que posea esta característica técnica esencial es más probable que tenga la confianza necesaria para buscar oportunidades de ataque y aprovechar al máximo todas las situaciones que se pueden dar en cualquier zona del campo.

Para poner este análisis en perspectiva, si volvemos al instante en que el extremo de Francia recibe el balón, vemos que el ángulo del pase claramente requería que el primer toque fuera con la pierna derecha. ¿El desenlace de la jugada sería el mismo si el futbolista ubicado en el extremo izquierdo no hubiera tenido una pierna derecha tan buena? ¿Habría tenido la fuerza mental necesaria para intentar otra cosa que no fuera la opción segura de devolver el balón a uno de sus compañeros de la línea defensiva? Hay argumentos de peso para pensar que la respuesta a estas preguntas sería «no». Durante un partido, situaciones similares a esta se producen habitualmente en las bandas cuando hay jugadores que no tienen la seguridad y la confianza necesarias para levantar la cabeza y enviar un pase vertical a pierna cambiada; es decir, un pase con la pierna derecha desde la banda izquierda o viceversa. En muchas ocasiones, el futbolista opta por devolver el balón al jugador que se lo ha enviado y, como consecuencia, el equipo pierde la oportunidad de atacar.

Pese a la extraordinaria sutileza de la maniobra, claramente indica que estamos ante un futbolista que cuenta con el conocimiento técnico necesario para buscar la solución óptima. La prudente intervención del número 7 le permite dar continuidad a todo el buen trabajo realizado por el equipo hasta este punto y traslada el peso de la jugada al futbolista que está mejor posicionado para sacar el máximo provecho de la situación (el número 9 de Francia).

En resumen, la contribución del número 7 de Francia se limita a cuatro segundos de actividad y tres toques de balón. Sin embargo, como en el caso de su compañero de la banda izquierda, lo que destaca es el conocimiento del juego y la técnica mostrados durante esos cuatro segundos escasos, que ponen de relieve la importancia de estos fundamentos futbolísticos.

En la cuarta y última parte de nuestro estudio de las individualidades puestas al servicio del colectivo vamos a analizar al jugador número 9 de Francia, que realiza un remate demoledor para redondear un extraordinario ejercicio de percepción espacial, posicional y periférica. Ahora bien, antes de aportar su talento individual al colectivo, reúne una valiosa información que le ayuda en sus acciones posteriores. Antes de profundizar en nuestro análisis, vamos a retroceder un poco para hacernos una idea completa de su aportación.

Al reflexionar sobre la contribución del número 9 de Francia, volvemos a encontrarnos con los elementos recurrentes de la técnica y la percepción. Ahora vamos a analizar los cuatro momentos concretos que indican que el número 9 posee un conocimiento técnico avanzado, que es, en última instancia, lo que le permite aprovechar la ocasión de gol.

1) Cuando sale a toda velocidad para apoyar al número 7, mirar tanto hacia delante como hacia su derecha le permite tener claros los espacios disponibles y su posición respecto a la portería; y lo que es más importante, le sirve para comprobar la distancia que le separa del defensa que se repliega por la derecha. Su excelente percepción espacial, posicional y periférica influye, sin duda alguna, en la toma de decisiones cuando recibe el balón.

2) Justo antes de que el número 7 le ponga el balón por delante, se acerca a su compañero para sincronizar el momento del pase y asegurar la progresión vertical de la jugada. Además, con su primer toque adelanta el balón otros cinco metros para dejarlo fuera del alcance de los rivales.

3) Tras alcanzar el balón, sabiendo que el defensa situado a su derecha no está lo suficientemente cerca como para llegar a disputarlo, desplaza la pelota ligeramente hacia la derecha para ponerla en una posición más centrada respecto a la portería. De este modo, el delantero tiene más ángulo y más opciones de disparo, mientras el guardameta se ve obligado a cubrir más portería.

4) Un instante antes de disparar, lee el lenguaje corporal del portero y, cuando este se agacha, le supera enviando el balón por encima con tranquilidad.

Resumen

La jugada consta de 18 acciones individuales, ocho de las cuales no incluyen contacto con el balón. Se trata de los desencadenantes del juego, piezas indispensables del puzle de la maniobra en su conjunto; pequeños matices que, pese a ser menores en sí mismos, son muy importantes por el impacto que tienen en la jugada.

Nuestro análisis jugador por jugador refleja claramente la importancia que tiene la combinación de una toma de decisiones acertada con unas cualidades técnicas excelentes en el resultado de las jugadas de ataque que estudiamos en esta serie de artículos. De hecho, el conocimiento del juego resulta esencial a la hora de tomar decisiones y depende en gran medida precisamente de la percepción espacial, posicional y periférica. Si profundizamos un poco más, descubrimos que el ingrediente fundamental que aglutina todos los componentes de una toma de decisiones acertada es la búsqueda de información; es decir, la atención que deben poner los jugadores al mirar, ver y escuchar lo que ocurre a su alrededor para adquirir la información necesaria para saber leer el juego. En cuanto al papel que desempeñan los aspectos técnicos en los factores antes mencionados, los elementos clave son la calidad y el aplomo con el balón, la coordinación técnica, el equilibrio técnico y la autoconfianza.

Todas esas cualidades van de la mano, mientras que la técnica y el conocimiento del juego se complementan. Los distintos aspectos del conocimiento del juego proporcionan al futbolista la información que necesita para tomar decisiones técnicas y tácticas acertadas, mientras que los parámetros técnicos determinan su nivel de confianza para crear ocasiones y lo dotan de la calidad necesaria para aprovechar las situaciones identificadas sobre el terreno de juego y las decisiones que ha tomado.

Vídeo con grafismos

Esta serie de artículos se centra más en identificar los parámetros individuales que tienen influencia en las secuencias de juego que en analizar las jugadas en sí mismas.

Todas las cualidades individuales clave que hemos descrito en esta serie de artículos se pueden desarrollar a alto nivel. La gran pregunta es, especialmente cuando se trata del desarrollo de jugadores jóvenes, cómo entrenar a los futbolistas para que adquieran las cualidades técnicas y de conocimiento del juego de las que hemos hablado. Aunque ofrecer información sobre ejercicios de entrenamiento no es el objetivo de esta serie de artículos, en el Centro de Capacitación de la FIFA se pueden consultar varios artículos que incluyen ideas de ejercicios para desarrollar todos los parámetros individuales y practicar las fases de juego que hemos analizado.

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